Querido diario,Hace tiempo que no escribía porque otra vez nos cambiamos de casa y recién hoy te encontré entre las cajas de la mudanza. Así que voy a hacer un resumen del último tiempo. Ahora estamos en Concepción, que es una ciudad muy bonita. Me despedí de San Felipe con tristeza, pero también emocionada de lo que habría en nuestro nuevo hogar. Y de lo que comeríamos. Porque aquí hay mar, así que papá prometió que me dará a probar unas cosas deliciosas que sacan los pescadores con sus redes. En Conce no teníamos casa al llegar, por lo que nos instalamos en ¡UN HOTEL! Tal cual, como en las películas. En la noche nos dejaban chocolates sobre la almohada y para el desayuno podía tomar todo lo que quisiera. Lo mejor de todo era el pan amasado de don José, el cocinero del hotel, a quien cada día observaba trabajar por la puerta entreabierta de la cocina. Fue tan entretenido vivir ahí, ojalá nos hubiéramos quedado para siempre, pero papá ya encontró una casa y nos mudamos hace unos días.Ayer fue un sábado redondo. Empezó melancólico, siguió sorprendente y terminó súper feliz. Me desperté muy temprano extrañando a mis abuelitas, ahora que vivimos en el sur ya no las vemos tanto y me hacen mucha falta. Antenoche soñé con mi abuelita Checha. Venía a vernos y nos traía una olla gigante de pollo al limón. Así que me desperté con el sabor del pollo delicioso en la boca y con el corazón entristecido, añorando también a mi abuelita Marta y los aromas de su cocina. Mamá se dio cuenta y, apenas terminamos de desayunar, me pidió acompañarla a comprar frutas y verduras. Así fue que conocí la feria, el lugar más increíble del mundo. Había muchos puestos coloridos, los vegetales más hermosos que he visto y los vendedores gritaban fuerte para ofrecer sus productos. ¡Es pura vida ese lugar! “Ya, casera, va a llevar el ajo, el ajo bueno, el ajo pa’l marido, pa’ que no se quede dormido”, gritaba una señora con delantal de lunares, mientras un caballero ofrecía zapallos vociferando que eran “lo mejor para las piernas, el pelo y los ojos azules”. Mamá caminaba lentamente entre los diferentes puestos, olía la fruta, contemplaba los tomates y escogía con cuidado lo que iba a comprar. Yo miraba de un lado a otro, impresionada con cada cosa que veía, con los sonidos y los aromas, con tanto amor que había por todas partes.—Comer es mucho más que alimentarse, Fer— me susurró mamá, mientras le señalaba a un casero la sandía más escondida de todas. —Es un arte bellísimo, que se hace escogiendo cuidadosamente los ingredientes, cocinando con cariño, vistiendo hermosa la mesa y compartiendo la comida con quienes queremos. Al cocinar decimos muchas cosas, demostramos amor y contamos nuestra historia.En la feria se me quitaron todas las penas y, al volver a casa, las sorpresas continuaron. Papá había ido al puerto con mi hermana y en la cocina desordenada bailaban un montón de aromas diferentes.—Acércate mijita, que hoy vas a probar los manjares de nuestro mar— me gritó emocionado, ofreciéndome entre sus dedos una concha alargada que adentro tenía una lengua jabonosa.—¡Qué asco, papá! ¡No pienso comerme esa cochinada!—Hija, sé respetuosa con los frutos que nos regala el océano. Esta “cochinada”, como le dices tú, se llama macha. Y es la cosa más rica que te puedas imaginar. Tiene un sabor intenso y te va a encantar. Confía en mí.
Y así lo hice. Cerré los ojos con fuerza, arrugué la nariz y tragué saliva antes de abrir mis labios. Un segundo después, una explosión de sabor en mi boca. Primero, extraño. Luego, delicioso.—¡Qué rico, papá! ¡Quiero comérmelas todas!Aquí una oda que se me ocurrió para la macha :
Macha de los mares
Que viniste hasta mi boca
No me dejes nunca
Que me has vuelto locaAhora me voy a dormir feliz, con la guata llena de machas y el corazón muy contento, la cabeza llena de ideas y el alma, de sueños. O decretos, que son los sueños que se cumplen. Y yo hoy decreto que voy a ser la mejor cocinera del mundo, voy a tener un restaurant cerca del mar, voy a ir a la feria todas las mañanas, voy a inventar las recetas más ricas y voy a contar muchas historias a través de ellas.Pero, querido diario, esto es un secreto todavía, así que no le digas a nadie. Mañana voy a esperar a que mamá duerma su siesta para ponerme manos a la obra.Fernanda Fuentes Cárdenas es chef profesional y poetisa aficionada, dueña del restaurant Nub de Tenerife y la única chilena que ha obtenido una estrella Michelin por su cocina. En 2022 abrirá su primer restaurant en Santiago, donde espera seguir rescatando patrimonios culinarios y transmitiendo la historia de sus raíces a través de sus creaciones.