Agosto 25, 2023 #ChileSustentable

Pastoreo y cosechas nocturnas: el “detrás de escena” de la industria vitivinícola y su apuesta sustentable

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En un esfuerzo por hacer frente al cambio climático y las necesidades del futuro, las viñas chilenas han adoptado prácticas como la agricultura regenerativa y circular, que permiten la reducción en su huella de carbono y de su uso de agua, sin perder la calidad de sus uvas. 

En la actualidad, la industria vitivinícola es una de las más relevantes del país, aportando un 0,5% del PIB, y posicionando a Chile como el cuarto productor mundial de vinos. Es también una industria que en los últimos años ha sabido incorporar en su modelo productivo el respeto por el medio ambiente, realizando esfuerzos importantes en el área de innovación y sustentabilidad.

En el marco de la colaboración entre Fundación Imagen de Chile y Wines of Chile, realizamos un recorrido junto a prensa internacional por algunas de las viñas de la sexta región que ejemplifican este esfuerzo por cuidar el medio ambiente.

Técnica de pastoreo y la lombricultura

Frente a un escenario climático cada vez más adverso, provocando que eventos como las sequías empiecen a ser fenómenos habituales, hace unos años la Viña Montes decidió empezar a adaptar sus plantaciones a menores niveles de riego, un proyecto llamado “Sustainable Dry Farming”. Exponiendo a los vides a bajas cantidades de agua, dependiente mayoritariamente de la lluvia, han logrado prepararlas para poder sobrevivir a periodos de sequía. Esto les ha permitido optimizar la cantidad utilizada para el riego, con una reducción de uso del 65%.

La necesidad de reutilizar el agua también los llevó a adoptar un sistema de “lombrifiltro”, técnica que, aprovechando bacterias y lombrices de tierra, tiene como finalidad eliminar los contaminantes de los residuos industriales líquidos. Así, el agua descontaminada puede ser usada para riego, y el humus resultante del proceso es utilizado como abono para las plantaciones. 

El uso de la lombricultura se ha extendido a más plantaciones de vides, siendo el caso de la Viña La Playa, que hoy utiliza la aplica tanto en sus viñedos como en su hotel. Para evitar los herbicidas químicos, La Playa emplea técnica de pastoreo con cerca de 600 ovejas, lo que permite un control de malezas y a la vez incorpora materia orgánica a través del guano, regenerando suelos y capturando CO2. 

Entre las principales iniciativas para proteger el medio ambiente que hoy impulsa Viña La Playa está la protección del borde costero chileno. Desde 2020, son miembros oficiales de 1% FOR THE PLANET, instancia en la que donan parte de sus ingresos para la conservación del borde costero en Pichilemu, siendo la primera viña en Latinoamérica en suscribirse a esta iniciativa.

Paneles solares y arquitectura sustentable 

La reducción de su huella de carbono es una tendencia asumida cada vez más por una variedad de industrias. Es el caso de la Viña Cono Sur, en Chimbarongo, que desde 2007 decidió compensar todas las emisiones asociadas con el transporte de sus vinos a los mercados de destino, convirtiéndose en la primera viña en el mundo en obtener la certificación Carbon Neutral Delivery. 

Como parte de sus técnicas de agricultura regenerativa, Cono Sur usa gansos y corredores biológicos con especies nativas que siembran en su propio invernadero para controlar insectos, plagas, y para enriquecer sus suelos. También, cuentan con una planta fotovoltáica que ha permitido una reducción de más del 30% en su consumo de energía. El 83% de sus viñedos son abastecidos por paneles solares.

A 64 km de Cono Sur, en San Vicente de Tagua Tagua, en el valle de Millahue, se encuentra Viña VIK, la tercera mejor del mundo según el World’s Best Vineyards 2023, y que además de destacar por sus vinos ultra premium y su lujoso hotel, hoy aplica altos estándares de sustentabilidad.

Un ejemplo de ello son sus prácticas de cosecha nocturna y a mano, que se traduce en una reducción en el consumo de energía que se requeriría para enfriar las uvas, optimizando el proceso de vinificación. A esta dinámica se suma  una bodega con espejos de aguas que permite enfriar naturalmente la sala de barricas, parte de una arquitectura pensada de forma sustentable. 

Además, en la búsqueda de crear vinos sin intervención y con un sello de origen, decidieron elaborar sus propias barricas bajo el concepto “Barroir”, con duelas importadas de Francia pero tostadas con roble chileno recogido del suelo en el bosque de Millahue, para darle a los vinos el sabor auténtico de la tierra chilena. 

Se trata de una serie de compromisos a largo plazo que demuestran que las viñas chilenas están mirando hacia el futuro, un futuro limpio y sostenible. 

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